miércoles, 29 de septiembre de 2010

Despertar

Un sonido estridente la saca de sus sueños. Abre un ojo pero sólo hay oscuridad. Saca una mano al frío del exterior y a tientas busca la fuente de tan odiado sonido. Lo apaga se da la vuelta y sigue durmiendo. Un nuevo sueño esta vez.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Canción

Iluminada únicamente por la luz de la pantalla de su portátil se tumba en la cama con los cascos puestos y cierra los ojos. Suena una de sus melodías preferidas que cuenta la historia que ella misma querría vivir. Deja que la música ejerza su magia sobre ella y por un instante es otra persona. La canción termina, cierra su portátil, se saca los cascos, despeina un poco su pelo y se va a la ducha.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Felicidad instantánea

Un pinchazo de dolor en la espalda le recuerda que todo es real. Que no está soñando. Por un momento se había olvidado. Pensó que todo aquello era uno de sus felices momentos que sólo tenían lugar mientras soñaba. Pero ese momento era real. La felicidad ya no existía sólo en sus sueños. Y aunque fuese una sensación tan momentánea que a los dos días se preguntaría si no había sido sólo un sueño más, era realmente feliz.

martes, 7 de septiembre de 2010

cobardía

Después de releer las tontas frases que había escrito cuidadosamente en su ordenador, se dio cuenta de que nunca se atrevería a decirle todo esto. O quizás dentro de mucho tiempo se lo mandase a modo de anécdota para demostrar lo boba que había sido. Sin embargo querría mandárselo ahora mismo. Pero es una cobarde, ¿qué le vamos a hacer?

jueves, 2 de septiembre de 2010

Salida nocturna

Entró de puntillas intentando no despertar a la oscuridad. Notó el frío suelo bajo sus pies descalzos. Le encantaba la noche y todo lo que esta ofrecía en aquella vieja casa: el silencio que deja el sueño de la gente, la oscuridad que deja el sol al marcharse, y sobretodo la tranquilidad de la soledad.
Se sentó en la gran alfombra, justo en el centro de la habitación. Cerró los ojos y se concentró en escuchar la tormenta que tenía lugar fuera de la casa. Los truenos retumbaban pero a la casa no parecía importarle. A la niña siempre le asombró la inmutabilidad de la casa ante todo lo que ocurriera fuera de esta, y le encantaba vivir las tormentas nocturnas desde aquel lugar privilegiado en el que se mantenía calentita. Permaneció allí quieta un par de horas hasta que decidió que era hora de volver a la cama.