viernes, 13 de agosto de 2010

simples sentimientos

Habitación tranquila. Música melódica. Mesa llena de papeles. Papeles completamente escritos. Estudiar, estudiar, estudiar. Bendita música que apaga la monotonía. Exámenes. Malditos exámenes que le chupan el preciado tiempo libre. Se va. Tiempo que nunca se podrá recuperar. Así pasa los días. Entre millones de letras que deben quedarse en su mente pero que, desobedientes, no se van. Intentando por todos los medios posibles no pensar en otra cosa que no sean los exámenes. Y la mayor parte del tiempo lo consigue. Pero hay veces que se siente perdida y sola en el mundo. Curioso, habiendo seis mil millones de seres humanos a su alrededor. Pero ella solo necesita a una persona. Se podría decir, su persona favorita. Pero no está. Mal asunto cuando se necesita a una persona más de lo que esa persona necesita a uno mismo. Y, desgraciadamente, eso era exactamente lo que le pasaba a ella. Por eso, aunque calificaba a los exámenes de malditos y a la música de bendita, quizás debiera intercambiar los adjetivos, ya que la música le recordaba a esa persona especial mientras que los exámenes le servían de refugio. Pero hay personas que suelen confundir los conceptos.

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